Imagina una ilustración que muestra un conjunto de diferentes animales, como un gato, un perro y un pájaro, todos frente a un platillo de comida. Cada animal está respondiendo al mismo mensaje, «comer», pero de una manera única y particular a su especie. El gato lamiendo delicadamente su leche, el perro devorando su comida con entusiasmo y el pájaro picoteando las semillas con ligereza. En programación orientada a objetos, el polimorfismo permite que objetos de diferentes clases respondan de manera específica a un mismo mensaje.
En la programación orientada a objetos (OOP), consideramos el polimorfismo como un principio esencial. Esta característica está estrechamente relacionada con lo que se conoce como vinculación tardía, también llamada enlace dinámico o enlace diferido.
La vinculación tardía implica que la implementación específica de un método asociado a un objeto se determina en tiempo de ejecución. Cuando se llama a un método polimórfico, la implementación que se ejecutará se decide en función del tipo real del objeto en ese momento particular.
Además, el polimorfismo y la vinculación tardía contribuyen a la reutilización de código, ya que los métodos polimórficos pueden ser compartidos por varias clases.
La interacción entre objetos se realiza a través del envío de mensajes, lo que permite que los objetos se comuniquen entre sí y cooperen para realizar tareas más complejas. Los mensajes son la forma en que un objeto solicita a otro que realice una operación o lleve a cabo una acción específica. Por lo tanto, el diseño de objetos y clases en la programación orientada a objetos se centra en definir qué mensajes pueden recibir y cómo responderán a ellos.
En resumen, el polimorfismo ofrece una serie de ventajas clave que mejoran la eficiencia, la flexibilidad y la mantenibilidad del código en la programación orientada a objetos, lo que resulta en un software más robusto y adaptable.
